De hacer el descenso del Sella que vengo. La idea era hacerlo en piragua, pero sólo pudo ser a trozos porque pasé la mayor parte del tiempo arrastrándome por el fondo. Tampoco he vuelto muy morena, aunque en cambio, me he traido un bonito color morado repartido entre piernas, brazos y culo. Respecto al precio, tengo que decir que me ha parecido barato, fueron 20€ que además del alquiler de chalecos, piragua y bocadillo, incluían el traslado del destino al origen en furgoneta.
El recorrido fue de unos 19 km para la mayoría. Y digo para la mayoría, porque mi compañera y yo que somos así de chulas, doblamos facilmente esa cantidad, que es lo que tiene recorrerse el río haciendo zigzag. He de reconocer que a aparte de nuestra chulería innata :p , pudo haber más motivos para lo del zigzag, porque la noche anterior, estando en tierra firme, también subimos las escaleras del hotel así, y sólo nos faltó una copa más para hacerlo a cuatro patas (Lilith, estamos desentrenadas del todo!). Una vez en la habitación, tuve un ataque de incontinencia verbal, y hacía un rato que el sol se colaba por la ventana del techo, cuando nos dormimos. Supongo que la resaca junto con sólo un par de horas de sueño no ayudan a remar precisamente. Mi absoluta falta de habilidad, (hasta que me enteré de como leches había que coger la pala pudieron pasar muchos kilómetros) tampoco fue de ayuda, y eso sin hablar de la dislexia de mi compañera: ¡¡¡¡¡Lilith esa izquierda no! tu otra izquierda!!!!!!! Pero no nos engañemos, el motivo principal de nuestro deambular zigzageante fue el que ante todo, somos unos espíritus generosos, y así íbamos más lentas, pudiendo ir pendientes de que uno de los organizadores del evento, Alfonso, no quedara rezagado. Sin nuestra ayuda el pobre muchacho habría sido incapaz de llegar al final. Por si lees estas líneas, o por si Lilith te lo comentara, te diré que fue un placer ayudarte, y que no hace falta que nos sigas dando las gracias, bastará con que la próxima vez que nos veamos te invites a unas cervecillas, para que estemos en paz.
Acabamos la jornada en una playa de difícil acceso, tan difícil, como para que la gente perdiera hasta la ropa antes de llegar. Pero eso casi mejor lo cuento otro día.