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miércoles, noviembre 02, 2005

Nece(si)dades

De acuerdo que vivimos en una sociedad consumista, en la que los publicistas se estrujan los sesos para conseguir la campaña que mejor capte nuestra atención, pero en lo de crearnos necesidades, creo que ya tocaron techo.
Señores publicistas, voy a contarles lo que hago cuando voy al supermercado, para que mejoren sus procesos, ayudarles para que conozcan los mecanismos de filtrado y selección final de los productos por parte de los destinatarios de sus campañas, vean lo inútil de tanto anuncio, y a ver si así, me dejen ver las películas tranquila. Cuando voy a comprar, elijo la marca que recuerde haber visto en mi casa, y si no me acuerdo, la más barata. Veaaamooooos, detergente lavadora ¿Cuál?, dudo dudo... pues va a ser que el más barato. Veaaamooooos, sal ¿Cuál?, dudo dudo... pues va a ser que la más barata. Veaaamooooos, servilletas ¿Cuál?, dudo dudo... pues va a ser que las más baratas. Veaaamooooos, café ¿Cuál?, aquí no dudo, el que llevo tomando los últimos diez años, que por algo será. Esto es aplicable a casi todo, pero hay excepciones. Pongamos por caso los yogures. Desde que algún nómada bebiera por error (eso o se trataba de alguna estúpida prueba destinada a reafirmar virilidades, tipo a ver quién mea más lejos), leche coagulada, almacenada en un odre de piel de cabra, fermentada por la acción conjunta del calor y el traqueteo de su montura, y seguro que con grumitos y sin necesidad de cola-cao, hasta ahora, las cosas han cambiado bastante. ¡Pobre del nómada que entrara ahora en un supermercado!, le compadezco casi tanto como a mi misma si me encuentro yogur en la lista de la compra. El problema es la cantidad de tipos que algún individuo indudablemente muy aburrido inventa, supongo que para justificar su sueldo a fin de mes. El caso es que ahí va un posible filtrado;

1) Elimino todo aquel yogur que tenga más de dos ingredientes adicionales, que no es por nada, pero que si el envase del yogur es pequeño, y encima le metes dos lo que sea, el yogur ya no cabe, y en mi lista de la compra ponía claramente yogur.

2) Elimino todo aquel yogur con ingredientes que no tomaría juntos aun suponiendo que no habláramos de un yogur. Ejemplo: yogur al té rojo con mandarina.

3) Elimino todo aquel yogur con ingredientes que nunca añadiría a un yogur. Ejemplo: yogur con sésamo o soja. Dejo el sésamo para el pan de las hamburguesas, y la soja para las ensaladas, que en el fondo, soy una clásica.

4) Elimino todo aquel yogur que incluya en su etiqueta palabras que desconozco. Ejemplo: yogur essensis con higos, yogur con saciactiv.

En este momento he pasado de tener que considerar cuatro expositores a sólo uno. Aquí ya estoy hasta allí mismo, y lo que quiero es salir de nuevo a la luz del sol. Se impone la eliminación por asociación de ideas;

Veaaamoooos; Pasteurizado estos fuera, que eso de postre lácteo suena raro. Original 1919, con ese nombre éste debió fabricarlo el nieto del nómada de antes, y para mi que desde entonces ha podido caducar un par de veces. Delicias de mango, éste tampoco, que me recuerda las delicias de pescado y a mi el pescado como que no. Con leche de oveja, como hay que filtrar casi que mejor de vaca, que me suena que la de cabra no era muy digestiva. Delicioso 0,8%, ¿qué pasa con el otro 99,2%? Con aritos chocolateados, ya estamos, ¿aritos de qué?...

Ahora ya sólo me enfrento a un cuarto de expositor. ¿Qué nos quedaaaaaa? combinaciones de todas las frutas posibles con yogur, y como opciones; desnatado/ semidesnatado /entero, fruta triturada/no triturada, cremoso/griego, fibra, y... de repente lo veo, escondido detrás de los ecológicos, ¡sólo queda un pack de cuatro!, la emoción me desborda. Tras unos segundos de completa inmovilidad, y ya superado el estupor inicial,
los cojo con mano temblorosa, y con un movimiento rápido los introduzco en el carro, camuflándolos bajo la lechuga. Miro a mi alrededor, ¿me habrá visto alguien? No parece que me mire nadie, pero sería necio subestimar a mis rivales. Olvido el resto de la lista y con paso rápido, pero procurando no levantar sospechas, me encamino hacia la caja por el pasillo de ultramarinos. Aún no he alcanzado la mitad del mismo, cuando a la altura de las lentejas de cocción rápida, veo que alguien bloquea la salida. Me detengo y disimulo leyendo la etiqueta de un bote de pimientos del piquillo ... falsa alarma. Respiro aliviada, retrocedo por si se tratara de una trampa, e intento una nueva aproximación a las cajas, esta vez por la sección de congelados. Se trata de una zona que presenta una mayor visibilidad, pese al inconveniente de estar mucho más transitada. Esquivando carros y viandantes, casi atropello a un crío de unos siete años. El niño me mira estupefacto, mientras su cara redonda va adquiriendo una tonalidad cada vez más rojiza. Rompe a berrear, ¡Maldito mocoso, si ni siquiera le he rozado! Como era de esperar, el niño no está solo. Le acompañan un armario ropero y una anciana frágil. Me cortan el paso, como sé que es inútil decirles que no ha pasado nada, y que la del niño es la mejor actuación que he visto en mucho tiempo, me disculpo profusamente en un intento de acallar sus gritos. Aunque demasiado tarde, porque ya nos hemos convertido en el centro de atención de todo el hipermercado. Atravieso el carro de forma que me haga de barrera con la anciana, rescato el pack todavía protegido por la lechuga, y abandono el carro, considerándolo desde ese momento baja de guerra. Ya es inútil cualquier intento de disimulo, así que corro como alma que lleva el diablo, sosteniendo, eso sí, con todo el mimo que la situación admite, mi valioso paquete. Como no hay mal que por bien no venga, el abandono del carro me permite ingresar en una caja rápida. Apremio a la cajera que me mira sorprendida, pago, y sigo corriendo. No me atrevo a mirar atrás. Los pulmones me arden, mientras un latido en mi cabeza, se acompasa con los ecos de las voces de quienes me persiguen. Al llegar al aparcamiento, unos nuevos pasos se unen a los ya existentes, pero éstos aún más próximos. Recorro los último metros a trompicones, saco las llaves e invoco a mi buena suerte para que el mando del cierre centralizado funcione a la primera. Parece que mi súplica es escuchada, me introduzco en el coche, bajo el seguro, deposito amorosamente, mi pack de yogures naturales sin azúcar, en el asiento del copiloto, arranco, y acelero con chirriar de ruedas. Bajo la ventanilla lo suficiente para asegurarme que el último hombre que se incorporó a la persecución, con andrajos y turbante, me oiga y le grito como despedida; ¡Lo siento nómada, yo los vi primero!

5 Comments:

Blogger Willy said...

Muy bueno!!!!

Pero yo que tú dejaba los yogures. No merece la pena tanto esfuerzo.

8:33 a. m.  
Blogger Nualak said...

niko, pues verás.. casualmente me han mandado hace poquito información sobre un taller de quesería y productos lácteos, copio y pego;
Durante este taller aprenderemos de forma artesanal, sencilla y casera a transformar la leche en productos lácteos como el queso (curado, semicurado o fresco), leches fermentadas (yogur, bífidus, griego, afrutado, vegetal,....), mantequilla, requesón, cremas de queso frescas, quark, cuajadas, quesada, lactozumos...
inconvenientes; 50 eurazos ... sop, sop, aunque incluye las comidas.

Reconozco que me gusta el azúcar industrial, básicamente porque tampoco conozco otro tipo :-p Y sí, me gustan los yogures naturales sin azúcar para añadírles yo, lo que me apetezca (incluido el azúcar :-p)... y ya que me ha descubierto mairi.. lo reconozco.. me gustan los petit suis de fresa.. y si no los como más es por las dimensiones desproporcionadas de mi culo :(

Pequeño wi, me alegro que te guste el post, lo del esfuerzo... bueno comprar yogures es la única descarga de adrenalina en mi vida :-p

7:28 p. m.  
Blogger Nualak said...

Aclaración: No se han dañado animales durante la elaboración de este post. Ningún niño ha sido lesionado durante la realización del mismo. No intente reproducir la escena de la persecución en su supermercado; prueba realizada por especialistas en circuito cerrado. Todos los tipos de yogures mencionados, existen en el mercado.

1:12 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

La verdad es que cada vez nos bombardean más con sabores exóticos y nos reducen a la mínima existencia los sabores de siempre... ¿alguien se acuerda de los Fritos sin barbacoa? ¿por qué los quitaron, si estaban más buenos? Recuerdo con añoranza que la bolsa era de color naranja...
Y ya no digo para encontrar patatas onduladas sin más: tenemos con ajo, con paprika, con cebolla, al queso, al jamón, a las finas yerbas, tex-mex, picantes, barbacoa... ¿y las normales? Me sumo a tu protesta contra el sector publicitario. Acaso no se dan cuenta que si los estantes están siempre llenos de esos sabores y vacíos de los clásicos es porque la gente los prefiere?
En fin... no me enrollo más.

8:54 a. m.  
Blogger Nualak said...

pilix forever... no te falta razón! los yogures y las patatas son los peores casos, sólo superados por los potitos para críos.

1:57 p. m.  

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